La ebriedad de Sileno era muy apreciada incluso por reyes, pues era en ese estado en el que afloraba en él una sabiduría especial, aunque pesimista, así como el don de la profecía. Uno de los reyes que estaba ansioso por aprender de Sileno era Midas, quien hizo capturar al sátiro vertiendo licor a una fuente en la que el sátiro solía beber.
Contrariamente a la representación tradicional de los sátiros en la mitología griega —de fuertes extremidades y lujuria desbordada—, Sileno, dios menor de la embriaguez, se le representaba como un viejo gordo cuya única pasión era el vino.
¿Cuál es el origen de Sileno? De acuerdo con Wikipedia, en la mitología era el padre adoptivo, preceptor y leal compañero de Dioniso, el dios del vino, al tiempo que era descrito como el más sabio de sus seguidores. Sileno era un sátiro, y un dios menor de la embriaguez; su equivalente en la mitología romana era Silvano, cuyo nombre significa simplemente “de los bosques”, y en la mitología etrusca Selvans. Según algunas versiones, Sileno era hijo de Hermes, como lo era la mayoría de los sátiros. Sin embargo, en otras tradiciones se le considera hijo de Pan y de una ninfa.
Sileno es conocido por sus excesos con el alcohol, para quien no había otra pasión que el vino. A causa de su embriaguez, el viejo sátiro era sostenido por otros sátiros y, en ocasiones, transportado en burro. Su ebriedad, no obstante, era muy apreciada incluso por reyes, pues era en ese estado en el que afloraba en él una sabiduría especial, aunque pesimista, y el don de la profecía. Uno de los reyes que estaba ansioso por aprender de Sileno era Midas, quien hizo capturar al sátiro vertiendo licor a una fuente en la que Sileno solía beber. Al caer dormido, los sirvientes del rey capturaron al viejo y lo llevaron a su señor. Midas, al estar frente al divino ebrio, le planteó una sola pregunta.
El capítulo 3 de El nacimiento de la tragedia, obra del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, da cuenta de la respuesta de Sileno en los siguientes términos:
“Una vieja leyenda narra que durante mucho tiempo el rey Midas había intentado cazar en el bosque al sabio Sileno, acompañante de Dioniso, sin poder atraparlo. Cuando por fin cayó en sus manos, el rey pregunta qué es lo mejor y más preferible para el hombre. Rígido e inmóvil calla el demón; hasta que, forzado por el rey, acaba prorrumpiendo las palabras siguientes en medio de una risa estridente: ‘Estirpe miserable flor de un día, hijos del azar y de la fatiga, ¿por qué me fuerzas a decirte lo que para ti sería mejor no oír? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti morir pronto.’”
Una versión alternativa señala que, al morir Orfeo, Dioniso marchó a Frigia (algunos dicen que de camino a la India) acompañado por su habitual séquito de sátiros y ménades, del que formaba parte Sileno. Este, abrumado por Geras (la vejez) y el vino, terminó por perderse y fue capturado por campesinos, quienes le llevaron ante el rey Midas, el cual organizó una fiesta en honor al sátiro. La juerga de Midas y Sileno duró diez días y diez noches. Al término de la celebración, el anciano se integró a la comitiva de Dioniso, dios de la fertilidad y el vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis. Como muestra de agradecimiento a Midas, Dionisio concedió un deseo a Midas.
Todos sabemos en qué termina esta historia. Midas pidió el don de transformar en oro todo lo que tocase. Sólo que el don se convirtió en maldición. Primero, el monarca convirtió a su hija en una estatua de oro al tocarla. Finalmente, Midas muere de hambre a causa de su propio poder. * Más textos de José Luis Durán King en operamundi.mx.