POR José Luis Durán King
En 1589, el discurso que relacionaba la noche con lo diabólico completó su periplo. El Diablo se volvió oscuro, para así realizar todas sus maldades durante la noche, señaló el obispo y teólogo alemán Peter Binsfeld
El siglo XVI –escribe el profesor británico de Historia Moderna Europea en la Universidad de Cambridge, Timothy C.W. Blanning— atestiguó una intensificación de la asociación de la noche con el mal, una percepción que estuvo íntimamente vinculada con la exaltada atmósfera religiosa de la época. Mientras que el poeta alemán Hans Sachs elogió al fraile católico agustino Martín Lutero (Martin Luder) por impulsar la Reforma protestante en Alemania y por despertar a la humanidad de la oscuridad de la superstición, el filósofo, teólogo, político, escritor y poeta Tomás Moro (Thomas More) devolvió el insulto nocturno, relacionando a los luteranos con la noche oscura de la herejía.
Estrechamente supeditada a las luchas confesionales estuvo la intensificación de las disputas sobre brujería. Contrariamente a la creencia común, el manual de 1486 de todo cazador de brujas, el Malleus Maleficarum*, siempre prestó poca atención a la noche. Un siglo más tarde, ese error de apreciación se había enmendado y la noche estaría completamente diabolizada, lo que significa que el Diablo era el responsable de todos los “fantasmas de la noche”, especialmente de los que provienen de la hechicería.
En este tránsito, las confesiones de brujería se centraron en dos actos nocturnos: el pacto diabólico –a menudo consumado sexualmente— y el Sabbath de las brujas, también un motín sexualmente licencioso.
De acuerdo con algunas creencias cristianas, el pacto se establece entre una persona y Satanás, en el que el individuo ofrece su alma a cambio de prebendas poderosas. ¿Cómo cuáles? Eterna juventud, la sabiduría, la riqueza en oro (si no es mucho pedir), el amor y el poder.
El Sabbath de las brujas, por su parte, tiene raíces profundas en la historia de Europa, pues data del siglo XIV, de acuerdo con registros de la Inquisición. Aunque el aquelarre, la reunión de brujas, podía celebrarse cualquier día de la semana, los ritualistas elegían el sábado debido a que este día estaba consagrado a la Virgen María, una jornada a modo para profanar.
Para 1589, el discurso que relacionaba la noche con lo diabólico había completado su periplo, tal y como lo explicó el obispo y teólogo alemán Peter Binsfeld: “Después de su expulsión del paraíso, el Diablo se volvió oscuro, para así realizar todas sus maldades durante la noche”, señaló.
* El Malleus Maleficarum (Martillo de las Brujas) es un tratado sobre la brujería escrito por los monjes dominicos Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, el cual fue publicado en Estrasburgo en 1487. Tras su primera publicación, fue reeditado docenas de veces, se difundió por Europa y tuvo un profundo impacto en los juicios contra las brujas durante 200 años, aproximadamente. Pocos libros, como el Malleus, han impulsado histerias colectivas que culminan en ejecuciones, en este caso de miles de mujeres.
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