POR José Luis Durán King
Si fue invento de un periodista, de la policía o del asesino mismo, lo cierto es que el nombre de Jack el Destripador ha desgarrado la piel de la historia y convivido con la cultura de Occidente por más de 13 décadas
El próximo 25 de septiembre se cumplirán 136 años de que la Central News Agency de Londres recibió una carta peculiar dirigida al “Dear Boss” (Querido jefe). El autor era anónimo, aunque señalaba que él era el culpable de una cadena de asesinatos brutales, perpetrados un mes antes en el East End londinense. Las muertes realmente habían sucedido, por lo que el mensaje fue remitido con carácter de “urgente” (¡cuatro días después de haber sido recibida!) a Scotland Yard, convirtiéndose, a partir de entonces en el documento quizá más manoseado en la historia del crimen mundial.
De acuerdo con los especialistas en el tema Jack el destripador, la mencionada carta al parecer fue escrita por un periodista que aprovechó del furor que causaron los asesinatos cometidos en el barrio londinense de Whitechapel.
Si fue invento de un periodista, de la policía o del asesino mismo, lo cierto es que el nombre de Jack el Destripador ha desgarrado la piel de la historia y convivido con la cultura de Occidente por más de 13 décadas.
¿Por qué la persistencia del mal? ¿Por qué sigue presente un asesino de identidad desconocida, al que sólo se le atribuyen un total de cinco muertes entre agosto y noviembre de 1888?
Para quien esto escribe, la carta de septiembre de 1888 representa el acta de matrimonio entre asesinato serial y medios de comunicación. La epístola no sólo consolidó por siempre jamás la leyenda de Jack el Destripador en el Logos de Occidente, también inauguró un nicho en el mercado cultural entre los ciudadanos de gran parte del mundo: el de la fascinación que siente la gente por el criminal, por el ogro, por el hombre lobo, por el ser peludo que vive entre nosotros y que puede devorarnos a ti y a mí cuando simplemente se le antoja.
(FOTO: 1900 Whitechapel).