Poco se puede añadir al tono trágico con el que terminó un baile de disfraces y que fue eternizado en la pintura Duelo después del baile de máscaras. ¿Qué ocasionó la disputa? ¿Una mujer? ¿Un hombre, quizás? ¿Deudas de juego? ¿Posiciones políticas? El autor nos dejó con la duda de forma perenne.
Jean-Léon Gérôme (Gérôme) es un vésulien connotado. Vésulien se denomina al habitante de Vesoul, un municipio francés ubicado en el departamento de Alto Saona. Gérôme nació en esa “commune” el 11 de mayo de 1824. A los 17 años (1841) se mudó a París con el propósito de estudiar en la Académie Julian, donde fue discípulo de Paul Delaroche, un pintor romántico de la primera mitad del siglo XIX.
La Académie fue una escuela privada de pintura y escultura fundada en París en 1866 por los pintores franceses Rodolphe Julian (1839-1907) y Amélie Beaury-Saurel (Barcelona, 1849-París, 30 de mayo de 1924). El centro de estudios es famoso por la calidad de los artistas que lo frecuentaron durante el periodo de efervescencia artística comprendido entre finales del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX.
A seis años de su llegada a París, Gérôme obtuvo un tercer lugar con su obra Pelea de gallos. A partir de entonces, su prestigio se incrementó y sus obras fueron ampliamente valoradas. Con una temática centrada en los temas históricos, mitológicos y entusiasta del orientalismo, gracias a los viajes que hizo a Turquía y Egipto, Gérôme tuvo sus desacuerdos con la “moda decadente” del impresionismo, el estilo pictórico que se caracteriza por experimentar con la iluminación. De hecho, la luz es un factor clave para alcanzar el binomio belleza y balance en la pintura.
Pese a las reticencias de Gérôme, la “decadencia” avanzó con pocos contratiempos y, después de la exposición de Édouard Manet en la Escuela en 1884, tuvo que admitir que el impresionismo “no era tan malo como pensaba”. Pintor de vaivenes económicos, Gérôme tuvo sus momentos de fama, su reputación perdida y su vuelta a pequeños espacios de gloria. Para sobrevivir, como sucede con la mayoría de los artistas, dio clases en la Académie y también de forma particular. ¿Que debió alcanzar un mayor reconocimiento como pintor? Es posible. Pero lo cierto es que el arte es inmune a las aspiraciones de sus protegidos. La crítica que se ha ocupado de los trabajos estéticos de Gérôme, considera, entre sus obras más representativas, las siguientes: Pelea de gallos (1847), Friné ante el areópago (1861), Prisionero turco y carnicero turco (1863), Oración (1865), Consummatum est (1867), El mercado de esclavos (1867), y Excursión al harem (1869). Yo me quedo con Duelo después del baile de máscaras (Le duel après la mascarade), pintura cuyo original fue expuesto en 1857 en el Salón, es decir, dos años antes de que el artista muriera. El trabajo original se llamó Suite d’un bal masqué y se conserva en el Musée Conde de Chantilly, la institución que custodia el legado de obras de arte del príncipe Enrique de Orleans, hijo del rey Luis Felipe I de Francia. Lo extraño es que, pese a que este óleo no está considerado uno de los importantes en la carpeta de Gérôme, éste tuvo que pintar un par de copias para tener contenta a su clientela. Poco se puede añadir al tono trágico con el que terminó un baile de disfraces. ¿Qué ocasionó la disputa? ¿Una mujer? ¿Un hombre, quizás? ¿Deudas de juego? ¿Posiciones políticas? El autor nos dejó con la duda de forma perenne, lo que ha funcionado perfectamente para mantener vigente la instantánea de la muerte, compañera que nos alcanza una vez que nos hemos despojado de nuestras máscaras.